Más de un millón de niños en Argentina dejó de comer al menos dos comidas (desayuno, almuerzo, merienda o cena) por falta de recursos, una situación que también afecta a 4 millones de personas adultas. La carencia de ingresos también generó una reducción en el consumo de carne, como así también de frutas, verduras y lácteos.
La falta de recursos también condiciona el acceso a la salud pública o privada en zonas urbanas o cercanas a ellas; pero las áreas donde trabajan los equipos de terreno de ENASHU (Chaco Salteño, Salta; oeste Formoseño, Formosa e Impenterable Chaqueño, Chaco) es casi inexistente. La compra de medicamentos se redujo en casi un 30% en zonas urbanas o peri-urbanas, empeorando hacia el interior de las provincias, en particular en el norte argentino.
Los niños que habitan estas zonas donde trabajamos hace más de 10 años, tienen el doble de probabilidades de tener bajo peso o talla para su edad, como consecuencia de la desnutrición crónica, que los que viven en las grandes ciudades de su provincia (Salta, Formosa y Chaco).Las comunidades indígenas, sin importar donde se encuentren, son los que más casos de desnutrición infantil presentan.
Los niños de entre 1 y 2 años de edad presentan los porcentajes más altos de desnutrición crónica. Este grupo coincide con la edad a la que muchos bebés dejan de ser amamantados, lo que refleja la importancia de la lactancia materna en la buena nutrición durante la primera infancia.
La calidad de los alimentos, en especial el acceso a alimentos de origen animal (leche y derivados lácteos, huevos, carne o pescado), es fundamental para la buena nutrición en la primera infancia. Sin embargo, en las comunidades indígenas y parajes criollos del norte argentino donde trabajan los euipos de terreno de ENASHU (Salta, Formosa y Chaco), la mayoría de las familias no pueden acceden a estos alimentos. Cuando una persona no consume los nutrientes suficientes para cubrir sus necesidades básicas, el cuerpo empieza a consumirse: primero pierde grasa y luego los músculos.
La falta de nutrientes está asociada con más de la mitad de las muertes en niños. Cuando sufren de desnutrición, son más propensos a morir por enfermedades y presentar retraso en el crecimiento durante el resto de su vida. No es necesario un grado avanzado de desnutrición para sufrir consecuencias graves; tres cuartas parte de los niños que mueren por causas relacionadas están sólo ligera o moderadamente desnutridos.
La edad crítica va desde los 6 meses a los 2 años, siendo también muy vulnerables los niños de hasta 5 años (así como los adolescentes, las mujeres embarazadas o lactantes, las personas mayores y las personas con enfermedad crónica).
Una dieta equilibrada debe incluir proteínas y ácidos grasos esenciales, vitaminas y minerales como calcio, potasio, zinc y hierro. La carencia de estos nutrientes impide resistir a las infecciones: las defensas se debilitan y aumenta el riesgo de morir por enfermedades infecto-contagiosas, responsables de la mitad de las muertes anuales de menores de 5 años.
Nuestros equipos en el terreno realizan la misma medición que Médicos sin Fronteras, utilizan el brazalete MUAC (del inglés middle upper arm circumference, circunferencia mesobraquial) para hacer el triaje entre los niños que necesitan un diagnóstico y los que no. La desnutrición se diagnostica mediante valores antropométricos, como el peso y la talla (índice peso/talla) o la edad y la talla (índice talla/edad); según estas mediciones, se diagnostica desnutrición aguda moderada o aguda severa. La presencia de edemas también contribuye al diagnóstico.
La forma más habitual de desnutrición aguda severa es el Marasmo: se caracteriza por un peso muy bajo en relación a la altura, o por una delgadez extrema y grave debilitamiento. Otra forma es el Kwashiorkor, caracterizado por la presencia de edemas (inflamación) en los pies y piernas, que pueden darse en todo el cuerpo en las formas más graves de la enfermedad. Más del 25% de los niños con desnutrición severa mueren si no reciben tratamiento; la vulnerabilidad es mayor hasta los 2 años de edad.
Nuestros equipos en el terreno luchan contra los efectos que produce la Desnutrición y la Malnutrición Infantil en el norte argentino; brindando suplementos vitamínicos y tratando las enfermedades que presentan, sin posibilidad de acceder, en muchos casos a una salud pública básica.
Nuestras posibilidades de ayuda siempre están supeditadas a la ayuda (donaciones) que recibimos de personas y otras ONGs que colaboran con ENASHU; ya que por política institucional no recibimos ningún tipo de ayuda financiera de gobiernos provinciales.
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